Muy mala experiencia. Horrible.
Una de las peores experiencias que hemos vivido en un restaurante, y no por la comida —que, francamente, es lo de menos— sino por el trato absolutamente inaceptable por parte de la dueña. Desde el primer momento, todo fue hostil. El local estaba prácticamente vacío, y aún así, al solicitar una mesa digna (ni una exigencia, ni una petición extraña, solo algo razonable), la reacción fue desproporcionada: gritos, desprecio, humillaciones públicas… un espectáculo bochornoso.
La comida, insulsa y olvidable, queda completamente eclipsada por el nivel de agresividad y falta total de hospitalidad. No hay ambiente, no hay educación, no hay respeto por el cliente. Solo prepotencia, desdén y una sensación constante de estar molestando.







