Marrakech es uno de los destinos más populares de Marruecos, conocida como la “Ciudad Roja” por el color de las murallas que rodean la antigua medina. Con más de 1000 años de antigüedad, el viejo centro ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por sus laberínticos callejones, que parten de la enorme plaza Jemaa el-Fnaa, y que albergan desde frenéticos zocos hasta hermosos “riads”. Esta vieja ciudad imperial guarda un tremendo patrimonio histórico, desde palacios hasta las mezquitas y madrazas más hermosas del país. Por el contrario, su Ville Nouvelle, de marcada influencia francesa, está repleta de cafés y boutiques.
Al viajar a Marrakech el exótico ambiente de sus laberínticas, caóticas y ruidosas calles te transporta a otro espacio. Marrakech está repleto de talleres y bulliciosos zocos llenos de gente y, cuando cae el sol, ese ambiente es aún más marcado en la plaza Jemma el-Fnaa, donde grupos de música tradicional, cuentistas y encantadores de serpientes compiten por la atención de las turistas.
La medina es sin duda una colmena de comercio, repleta de zocos desmadejados, uno de los grandes atractivos. Al visitar Marrakech te sorprenderá esta tormenta de colores y olores. Hay zocos para todo, y marroquinerías, pasando por las famosas “babouches” o pantuflas marroquís. Para conocer Marrakech y su tradición artesanía nada mejor que visitar varios de sus museos, como el de Dar Si Said, un palacio histórico con una gran colección de artesanía bereber.
Sede de sultanes y dinastías, el turismo en Marrakech es una oportunidad para disfrutar de un patrimonio arquitectónico impresionante. Se puede admirar las bellas inscripciones coránicas y delicados azulejos en la Madraza de Ben Youssef, o visitar las Tumbas Saadíes y la emblemática Mezquita Kutubía, una de las mejores muestras del arte almohade del mundo. Además los famosos “riads” de la ciudad, con sus tranquilos patios de fuentes y jardines como las Jardínes de Majorelle o Manara hacen de los viajes a Marrakech una oportunidad para relajarse ante tanto.