Hablar de Dubái es hacerlo de uno de los destinos más populares del mundo. Si hay dos palabras que definan la ciudad, perfectamente pueden ser lujosa y deslumbrante. Es una metrópoli superlativa: cuenta con el edificio más alto del mundo y el centro comercial más grande del mundo, además de hoteles que superan la frontera de las 5 estrellas. Viajar a Dubái es disfrutar de un ocio peculiar, con centros comerciales palaciegos, restaurantes de chefs reconocidos mundialmente, resorts familiares y bellas playas. Si queremos escapar de la modernidad, podemos conocer Dubái en su faceta tradicional en los bazares y cafés de arquitectura tradicional en Al Bastakiya, su casco antiguo.
Visitar Dubái y su centro nos sobrecogerá. Llamará la atención el Burj Khalifa, nada más y nada menos que el edificio más alto del mundo, emplazado en un entorno de jardines, extravagantes hoteles y espectaculares fuentes. El resto del centro está poblado de rascacielos y grandes residencias de lujo. En la costa encontramos otra maravilla artificial, las Islas Palm, con sus famosos resorts y residencias de celebridades mundiales.
Mucho turismo en Dubái va motivado por las compras. Es la meca de los consumidores por sus renombrados centros comerciales como el Dubai Mall, el más grande del mundo, o el Mall of the Emirates, con tiendas de marcas exclusivas y la única pista de esquí de todo el Oriente Medio. Pero no todo son modernidades, porque los zocos de la ciudad esconden maravillas en oro, joyería y alfombras.
A pesar de la fama de la ciudad, Dubai es también un lugar para conocer las tradiciones de la cultura de los Emiratos. Podemos pasear en “dhow” (un barco tradicional de madera) por el Dubái Creek, disfrutar de una cena tradicional en el desierto o aprender del islam en la Mezquita Jumeirah.
Los viajes a Dubái esconden largas playas de arena fina y brillante con aguas cristalinas, algunas ideales para ir con la familia, como la de Jumeirah, y otras más deportivas, como Kite Beach.