Un sendero fácil, ameno y apto para toda la familia
Los amigos de Arawak Canarias y Gran Canaria Natural, nos regalaron una preciosa jornada en contacto vivo y directo con la naturaleza en pleno corazón de Gran Canaria. Nuestro guía Juan Manuel, gran conocedor de éste y otros muchos terrenos, nos dio una clase continua de geología, zoología y botánica, dejándonos en más de una ocasión con la boca abierta y la vista regalada, según nos iba descubriendo los secretos del barranco de Azuaje.
En este rincón, nos iremos al corazón de lo que fue la llamada Selva de Doramas, según cuentan las crónicas, una extensión arbolada que cubría el norte-noroeste de la isla de Gran Canaria, un bosque de Laurisilva, que fue aniquilado, por ser el soporte energético del avance de nuestras islas. La madera de sus árboles se utilizó como carburante para los ingenios azucareros, como materia prima para la reparación de los barcos primero, y como carburante después para cruzar el Atlántico, y por supuesto, la causa más relevante de esa desaparición se debió a que fue el lugar de asentamiento de la población, por poseer los mayores recursos de agua y las mejores tierras para el cultivo que aún hoy son de las más fértiles de la isla.
Una vez llegamos a la zona más húmeda empezamos a a ver las primeras muestras de la flora característica del mismo, como la vinagrera, la salvia, el guaydil, varias especies de tajinaste, cardones, tabaiba amarga, bejeque, zonas salpicadas de palmera canaria y sauce, e infinidad de otras especies en las que es rico el espacio natural, sobresaliendo entre todas el bicácaro una especie de campanilla considerada por muchos botánicos como la flor de las Islas Canarias, por su belleza y porque sólo se encuentra en las Afortunadas o la rejalgadera, una planta única en el mundo ya que sólo la encontramos en el barranco de Azuaje.
Una vez llegados al fondo del tramo que nos ocupa, encontramos una sorpresa de lo más grata.
En una curva del camino aparece uno de los pioneros del turismo de bienestar y salud en Canarias, el Balneario de Azuaje, que durante años fue de los primero en traer a las Islas a nacionales y foráneos que buscaban en la reconocida calidad y poder curativo de sus aguas restablecerse de sus dolencias en el clima más bondadoso de Europa.
Data del año 1882 y fue la llegada de la Guerra Civil y el cataclismo económico que trajo consigo, el causante de su abandono y olvido. Una auténtica pena, porque el edificio bien valdría la reconstrucción que según el Gobierno de Canarias se aprobó en 2003 pero que parece no empezar nunca.
Hacemos aquí una parada para respirar el vivificante aire del barranco, echar la vista atrás en el tiempo ( gracias a la foto que me han prestado) para ver el Balneario en sus tiempos de esplendor, y prepararnos para una subida del barranco que promete estar llena de sorpresas y rincones especiales.


