Cuna del Canal de Midi
A lo largo de la ruta realizada por el Canal de Midi hicimos parada en la bella ciudad occitana de Béziers. Cuna del creador del proyecto fluvial má increíble del S XVII: Pierre-Paul Riquet, un visionario avanzado a su época que pràcticamente se arruinó por sacar adelante una ingeniosa creación arquitectónica, obra cumbre de la navegación entre el Atlántico y el Mediterràneo.
En Béziers se respira historia, es una ciudad fundada en tiempos fenicios, los romanos también dejaron su impronta, pero si existe un hito histórico que ha definido y definide el carácter de esta ciudad y sus gentes es "la cruzada dels albigeois". En Béziers, durante la cruzada contra los "cátaros" murieron más de 20.000 personas, de las cuales 7.000 mujeres, niños, ancianos y enfermos fueron quemados dentro de la Iglesia de Sant Nazare cuando se protegieron en el interior pensando que los barones francos del Norte respetarian dicho lugar.
Mientras leía la placa conmemorativa me emocioné, lo reconozco, cuantos actos aberrantes se han llegado a cometer a lo largo de la historia en nombre de dios...Este hecho se conoce como la "Grand Mazel", algo así como la gran carnicería.
Otra vez, en el Sur de Francia, me topo con esta apasiante parte de la historia del país vecino. Pero no solo este hecho le da carácter a esta ciudad con marcado acento occitano, uno llega a Béziers y siente que no está en Francia. El occitano y la Occitania vuelven a surgir con fuerza. Su pasado de trovadores y amor provenzal salpica cada una de las callejuelas del casco antiguo. Y la cultura del Languedoc se siente como algo auténtico, autóctono y diferente. El sur de Francia es especial y ciudades como Béziers lo confirman.
Como no teniamos mucho tiempo ya que debiamos cruzar con nuestro barco "peniche" las impresionantes esclusas de Fonseranes, decidimos tomar un taxi en el puerto fluvial y visitar la ciudad desde el tren turístico que te lleva de la catedral hasta las impresionantes esclusas que se encuentran a las afueras.
Una vez allí, al ver esta imprescindible obra arquitectónica, nos "arrepentimos" de cruzar en el mismo día las esclusas y decidimos hacer noche para tomar fuerzas y afrontar tan impresionante escalera de agua al día siguiente. Seamos sinceros, te dan los siete males al ver tan maña obra ;).
Creo que ha sido uno de los momentos viajeros más duros que he pasado, ahora, lo puedo contar con la nostalgia de un momento único, mientras recuerdo las heridas en mis manos, producidas por las cuerdas de la pequeña peniche mientras tiraba de ella, al pasar cada una de las nueve esclusas de Fonseranes.
Junto al momento de "perdidos" en el inmenso lago de Thau, las esclusas de Fonseranes, han pasado a ser uno de mis momentos favoritos a lo largo de este viaje. El premio al conseguir tan increíble azaña fue, como no, un delicioso pic-nic al lado del impresionante río Orb, con las maravillosas vistas de Béziers al fondo;).


