Robledillo de Gata

Hace pocas décadas la vida era muy dura en pueblos remotos como éste y la gente hacía lo posible por abandonarlos para emigrar a las ciudades. Ahora, en cambio, desde la prisa y el ruido de la ciudad, añoramos la tranquilidad, o los recuerdos, que nos traen pueblos como éste... aunque sea por unos días. Algunos detalles nos recuerdan las viejas costumbres, ahora innecesarias, como la de colocar alimentos en las peanas de las fachadas, a falta de frigorífico, costumbre extendida también por otros pueblos de la región. la arquitectura popular combina perfectamente las viviendas, las calles y el río, alternando puentes y otros sistemas para cruzar el río con calles, túneles y escaleras, construyendo un conjunto armonioso en el que la vegetación también juega un papel importante. Bajo ningún concepto hay que perderse el Museo del aceite, en el que se dan a conocer las técnicas y materiales utilizados antaño para producirlo y se pueden comprar buenos productos.

Otro lugar inolvidable de la Sierra de Gata es Robledillo de Gata, un pueblo de apenas 100 habitantes que está en un enclave, rodeado de montañas que prácticamente le hace estar aislado y ser un lugar donde uno puede descansar.

En mi visita a Robledillo de Gata pude observar como las condiciones climatológicas que tiene suelen ser lluviosas y la vegetación da buena fe de ello.

Una vez allí pude ver las casas construidas con adobe y madera, lo que hace que tenga un tipo de construcción que predomina en la zona. Después de haber pasado una mañana en Robledillo de Gata te das cuenta de que el tiempo parece que se ha detenido, que es una localidad muy tranquila donde el contacto con la naturaleza es total.

Toda la Sierra de Gata se merece más de un viaje, pero es cierto que Robledillo de Gata es de los pueblos de esta zona que más impacta al visitante. Yo estuve por última vez el pasado otoño, junto a un grupo de compañeros de profesión en un curso de formación, nos dieron un buen paseo por el pueblo, por sus callejuelas, subiendo y bajando empinadas cuestas y descubriendo su arquitectira tradicional; plantas bajas de piedra y plantas altas de adobe y madera.

Comimos en un restaurante estupendo, Restaurante Manadero, pertenece a unos alojamientos rurales con bastante encanto, como el pueblo. La comida fue una maravilla; sopa castellana para entrar en calor, ensalada de limones al estilo de la Sierra de Gata (yo había probado la hurdana), una cazuela de setas de temporada y un buen plato de bacalao dorado, para beber un buen vino de las misma Sierra de Gata, de postre tomé un flan casero muy rico.

Seguramente, Robledillo de Gata sea uno de los pueblos más bonitos de todos los alrededores. De hecho, quizá por eso han florecido por allí un buen puñado de casas rurales. Se ha convertido en lugar de peregrinaje para todos aquellos que aman el turismo rural y hacen una escapadita por Extremadura. Y por algo será. Lo cierto es que nada más llegar al pueblo uno se da cuenta de que es uno de esos pocos lugares privilegiados que ha sabido mantener el encanto de un pueblo acogedor y único. Pasear por sus calles no hace más que refrendar esa sensación. Pero lo mejor es cuando uno sube alguna de las cuestas que te plantan en lo más alto y se deja guiar por el silencio.