Nefasta relación calidad-precio
El local tiene una relación calidad precio francamente mala que enturbia mucho la experiencia global. La comida es buena, desde luego, pero no vale lo que cuesta (hablo de la carta, no del menú del día. No he tenido ocasión de probar este último y tampoco estoy, lamentablemente, dispuesto a hacerlo).
Uno de los detalles que mas nos llamó la atención fue que el camarero, al pedirle dos copas de vino, nos dejó la botella allí (cosa que me parece razonable y hasta normal) pero, ahora bien, pagar doce euros por una botella de vino cuyo precio de mercado no llega a tres euros me parece un robo a mano armada. El vino era un Ribera del Duero del año 2016, es decir, un vino de mesa normal y corriente. Eso por no hablar del "Solomillo de cebón a la brasa", que nos costó la friolera de 22 euros y se trataba de medio solomillo cortado en seis trozos diminutos acompañados, como estaba previsto vista la trayectoria, de una guarnición de patatas congeladas.